Si una persona quiere traducir una obra tiene que abonar, con frecuencia, una suma de dinero considerable.
Los traductores o intérpretes profesionales son caros.
Con todo, cada vez se le da más importancia a la comprensión de otras lenguas.
Los informáticos y lingüistas computacionales intentan resolver este problema.
Trabajan desde hace tiempo en el desarrollo de herramientas y programas de traducción.
Actualmente se han creado algunos programas diferentes.
Las traducciones informáticas no destacan por su calidad.
¡Pero los programadores no tienen la culpa!
Los idiomas son construcciones muy complejas.
Por otra parte, los ordenadores se basan en simples principios matemáticos.
Pero así no siempre se puede procesar la información lingüística de forma apropiada.
Un programa de traducción debe aprender una lengua en su totalidad.
Para ello los expertos tienen que enseñarle miles de palabras y reglas.
Esto es prácticamente imposible.
Es más sencillo dejar que el ordenador calcule.
¡Esto sí que lo puede hacer muy bien!
Un ordenador puede calcular las combinaciones más frecuentes.
Puede registrar, por ejemplo, qué palabras suelen ir acompañadas de otras más a menudo.
Para tal fin, hay que abastecerlo con textos en lenguas diferentes.
Así aprende a reconocer las construcciones típicas de cada lengua determinada.
Este método estadístico sirve para mejorar las traducciones automáticas.
Sin embargo, los ordenadores no pueden reemplazar a los humanos.
Ninguna máquina puede sustituir al cerebro humano.
¡De modo que traductores e intérpretes seguirán teniendo que trabajar durante mucho tiempo!
En el futuro, es muy probable que los ordenadores puedan traducir textos sencillos.
Por otro lado, las canciones, los poemas y la literatura en general necesitan un elemento vivo.
Viven de la emoción humana en el lenguaje.
Y eso está muy bien así…