Cuando aprendemos un léxico nuevo nuestro cerebro almacena nuevo contenido.
Pero el aprendizaje se produce tan solo a través de una repetición continua.
La capacidad de almacenamiento de nuestro cerebro depende de múltiples factores.
Pero lo más importante es que repitamos las palabras regularmente.
Solo aquellos términos que leemos o escribimos muchas veces se quedan grabados.
Se podría decir que las palabras se archivan como si fueran imágenes.
Este principio del aprendizaje también es válido en el caso de los primates.
Los primates pueden aprender a ‘leer’ palabras si las ven de forma repetida.
Aunque no entiendan la palabra, sí reconocen su forma.
Para hablar con soltura un idioma necesitamos una gran cantidad de palabras.
Por esta razón, debemos organizar bien el vocabulario.
Porque nuestra memoria funciona como un archivo.
Para encontrar rápidamente una palabra tenemos que saber primero dónde buscarla.
Por lo que siempre es mejor aprender palabras en un contexto dado.
Así puede nuestra memoria abrir en cada ocasión el archivo correcto.
Sin embargo, incluso lo que aprendemos bien puede ser olvidado.
En tales casos, los conocimientos se mueven desde la memoria activa a la pasiva.
Olvidar significa que nos deshacemos de información que no necesitamos.
Así nuestro cerebro consigue más espacio para cosas más importantes.
Por eso es fundamental activar nuestros conocimientos de manera regular.
Pero lo que ha pasado a la memoria pasiva no lo hemos perdido para siempre.
Cuando vemos una palabra olvidada la recordamos de nuevo.
Lo que aprendimos una vez, lo aprendemos una segunda mucho más rápidamente
Si una persona quiere incrementar su vocabulario, entonces debería incrementar sus
hobbies
.
Porque cada uno de nosotros tiene intereses particulares.
Aunque, por otra parte, la mayoría de las personas se dedican a las mismas cosas.
Pero una lengua está formada por muchos campos semánticos diferentes.
¡Y una persona interesada en temas de política debería leer de vez en cuando la prensa deportiva!