El aprendizaje y la lectura están interconectados.
Por supuesto, esto es especialmente cierto en el aprendizaje de lenguas extranjeras.
Si se desea aprender una lengua nueva, es necesario leer mucho.
Leyendo literatura en otro idioma asimilamos frases enteras.
De este modo, el cerebro puede aprender léxico y gramática dentro de un contexto.
Esto nos ayuda a retener los contenidos nuevos.
Nuestra memoria tiene muchísimas más dificultades para aprender palabras de forma aislada.
Al leer aprendemos el significado que las palabras pueden tener.
Así acabamos desarrollando un cierto gusto hacia el nuevo idioma.
Evidentemente, la literatura en el nuevo idioma no debe ser muy complicada.
Relatos recientes o novelas policiacas suelen ser muy entretenidos.
Los periódicos tienen la ventaja de ser siempre muy actuales.
También los libros infantiles o los cómics resultan muy apropiados para el aprendizaje.
Las imágenes facilitan la comprensión del nuevo idioma.
Lo de menos es qué tipo de literatura se escoja -¡lo único que importa es que sea entretenida!
Eso significa que deben pasar muchas cosas en el relato para que el lenguaje sea variado.
Si no encuentras nada apropiado, puedes utilizar libros de texto específicos.
Existen muchos libros con textos sencillos para principiantes.
Es importante estar siempre acompañado de un diccionario a la hora de leer.
Y si no comprendes una palabra debes buscarla enseguida.
Durante la lectura nuestro cerebro se muestra activo y aprende la nueva información muy rápido.
Todas las palabras desconocidas se deben incluir en un fichero.
Así las podemos repetir y memorizar.
También sirve de ayuda colorear las palabras del texto que nos son desconocidas.
De esta forma las reconoceremos enseguida en ulteriores ocasiones.
Quien lee diariamente textos en una lengua hace grandes progresos muy rápidamente.
Puesto que nuestro cerebro pronto aprende a imitar el nuevo idioma.
Puede ocurrir incluso que en algún momento empecemos ya a pensar también en esa lengua…