Aprender lenguas extranjeras no siempre resulta sencillo.
El estudiante de un idioma encuentra particularmente difícil su aprendizaje en los primeros momentos.
Muchos ni siquiera se atreven a proferir frases en el nuevo idioma.
Tienen miedo de cometer errores.
Para este tipo de estudiantes la escritura podría ser una solución.
Puesto que quien quiere aprender a hablar bien, tiene que escribir tanto como le sea posible.
Escribir nos ayuda a asimilar la nueva lengua.
Hay otros motivos, además.
La escritura responde a una lógica distinta a la del habla.
Comprende un proceso mucho más complicado.
A la hora de escribir debemos reflexionar qué palabra en concreto elegimos.
De esta manera nuestro cerebro trabaja más intensivamente con la nueva lengua.
Por otra parte, estamos mucho más relajados cuando escribimos.
No hay nadie ante nosotros que esté esperando una respuesta.
Así vamos perdiendo lentamente el miedo al nuevo idioma.
Además la escritura estimula la creatividad.
Nos sentimos más libres, más dispuestos a jugar con el nuevo idioma.
Al escribir también tenemos más tiempo que al hablar.
¡Y refuerza nuestra memoria!
Ahora bien, la mayor ventaja de la escritura es la forma impersonal.
En esencia, podemos observar el resultado exacto de nuestra redacción.
Lo vemos todo nítidamente ante nosotros.
Así podemos corregir nuestros errores y aprender de ellos.
Lo que se escriba en el nuevo idioma da un poco lo mismo.
Lo fundamental no es sino redactar frases regularmente.
Alguien que desee practicar debería buscarse un amigo por correspondencia en el extranjero.
E incluso reunirse cara a cara con él alguna vez.
¡Entonces comprobaría cuántos progresos ha realizado!