Al aprender otro idioma estamos estimulando nuestro cerebro.
Nuestro pensamiento cambia con el aprendizaje.
Nos hacemos más creativos y flexibles.
Los razonamientos difíciles se vuelven menos arduos para las personas que hablan varios idiomas.
La memoria se ejercita aprendiendo.
Cuanto más aprendemos, mejor funciona.
Las personas que han aprendido lenguas aprenden otras cosas más rápidamente.
Están en condiciones de concentrarse más y mejor sobre un tema particular.
Así resuelven los problemas con mayor celeridad.
Las personas multilingües tienen por eso mayor poder de decisión.
Pero cómo se deciden depende asimismo de las lenguas.
Las lenguas con las que pensamos influyen en nuestras resoluciones.
Los científicos han experimentado esto con varios sujetos.
Todos los individuos del experimento eran bilingües.
Además de su lengua natal hablaban alguna otra lengua.
En el experimento, los sujetos tenían que responder una pregunta.
La pregunta estaba relacionada con la solución de un problema.
Los sujetos del estudio tenían que decidirse entre dos alternativas.
Una de las opciones era claramente más arriesgada que la otra.
Cada individuo debía responder la pregunta en los dos idiomas.
¡Y las respuestas cambiaban cuando los idiomas también lo hacían!
Cuando usaban su lengua materna los individuos se decantaban por la alternativa de riesgo.
En cambio, cuando se expresaban en la otra lengua escogían la opción más segura.
Tras este experimento, los sujetos del estudio tuvieron todavía que hacer apuestas.
También entonces se hizo visible una clara diferencia.
Cuando apostaban en la lengua que no era la materna se mostraban más prudentes.
Los investigadores creen que estamos más concentrados cuando hablamos en idiomas diferentes al materno.
Entonces tomamos decisiones de forma no emocional sino racional…