Mediante los idiomas queremos transmitir lo que pensamos y sentimos.
La comunicación representa la misión más importante de la lengua.
Pero a veces las personas no quieren ser entendidas.
Entonces inventan lenguajes secretos.
Los lenguajes secretos o cifrados han fascinado a los hombres desde hace miles de años.
El mismo Julio César, por ejemplo, tenía su propia lengua secreta.
Enviaba mensajes codificados a todas las partes del Imperio.
Sus enemigos no podían leer la información codificada.
Los lenguajes secretos representan una especie de comunicación protegida.
Mediante su empleo nos diferenciamos del resto de personas.
Mostramos que somos miembros de un grupo exclusivo.
La utilización de lenguas secretas responde a motivaciones diversas.
Los amantes se escriben notas cifradas todo el tiempo.
Ciertas sectores profesionales han creado también sus propios idiomas.
Así hay lenguas de magos, ladrones y comerciantes.
Si bien la mayoría de los lenguajes secretos se utilizan para fines políticos.
En casi todas las guerras se desarrollaron lenguas cifradas.
Los militares, así como los servicios de inteligencia, tienen sus propios expertos en lenguajes secretos.
La ciencia de los lenguajes cifrados es la criptología.
Los códigos modernos se basan en complicadas fórmulas matemáticas.
Descifrarlos es verdaderamente difícil.
Nuestra vida resultaría impensable sin las lenguas cifradas.
La codificación de datos se emplea recurrentemente en nuestros días.
Tarjetas de crédito y emails- todo funciona con códigos.
Los niños en particular encuentran muy divertidos los lenguajes secretos.
Les gusta intercambiar mensajes secretos con sus amigos.
Para el desarrollo cognitivo de los niños los lenguajes secretos incluso resultan beneficiosos…
¡Porque estimulan la creatividad y promueven un gusto por los idiomas!