La longitud de una palabra depende de su contenido informativo.
Así lo ha revelado un estudio americano.
Los investigadores analizaron palabras de diez lenguas europeas.
Esto se hizo con la ayuda de un ordenador.
A traves de un programa, el ordenador analizó diferentes palabras.
Con un algoritmo calculó el contenido informativo.
Los resultados fueron claros.
Cuanto más breve es una palabra, menos información transmite.
Resulta interesante saber que utilizamos las palabras breves más a menudo que las largas.
Este hecho está relacionado con el fenómeno de la eficiencia lingüística.
Al hablar, nos concentramos en lo importante.
De manera que las palabras que no contienen mucha información no pueden ser demasiado grandes.
Así se garantiza que no perdemos demasiado tiempo en cosas sin importancia.
La correlación entre extensión y contenido tiene más ventajas.
De ese modo se verifica que el contenido informativo siempre permanece constante.
O sea, que en un período determinado de tiempo transmitimos la misma cantidad de información.
Podemos, por ejemplo, usar unas pocas palabras grandes.
O también, por el contrario, utilizar muchas palabras cortas.
Tanto da lo que elijamos: la cantidad de información permanece constante.
El resultado final es que nuestro lenguaje tiene un ritmo uniforme.
De esta manera se le facilita la tarea a quienes nos escuchan.
Si la cantidad informativa variase de cada vez, aumentarían las dificultades.
Nuestros oyentes no se adaptarían bien a nuestra conversación.
La comunicación sería, entonces, más difícil.
Quien quiere ser comprendido correctamente, debe elegir palabras cortas.
Pues las palabras cortas se comprenden mejor que las de mayor extensión.
Como se dice en inglés:
Keep It Short and Simple!
En suma: KISS!